Y de repente, todo cambió. Así es, mi humor, la forma en la que pienso, lo que siento por vos y por todos los demás, mis gustos y mis ganas; nada es igual que hace una semana o un mes atrás. Costó, sí que costó, pero creo que valió la pena. Creo que estoy bien, o mejor dicho, ya no estoy mal. Ser feliz, estar bien, son expresiones que abarcan muchas cosas juntas, y sé que no puedo usarlas porque seria ser hipócrita. Sin embargo ya no lloro, ya no sufro, ya no me pongo mal.
A qué se debe? A que me cansé, me harté de que todo el mundo se cague en mi y en lo que siento. Asique levanto la vista por primera vez en años, y sonrío.
Ya no quiero ser esa, la de ojitos tristes, la de sonrisa a medias.
Quiero volver a disfrutar, a sentir, a querer.