Fábulas de amor

Fábulas de amor

lunes


Vivía, por el solo hecho de respirar. Hasta llegar al punto de creer, que quizás, mi respiración, a un par de kilómetros le molestaba. Entonces fue, que surgió la idea de dejar de respirar, para así, no molestarlo. Dos tardes, y unos minutos más, fue lo que tarde para arrancarme el corazón, y dárselo, para que haga con el ‘lo que quiera’, y así fue. Arranco, despacio, cada parte, y a pesar de todo, en ese momento se sentía bien, porque él estaba haciéndolo (‘sos bueno hasta para romperme el corazón’)